martes, 9 de junio de 2009

SACERDOCIO Y CELIBATO

El apasionado celibato de Jesús

Equipo SSCC Debates


En pocos días más, el 19 de junio de 2009, día del Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Benedicto XVI inaugurará un anunciado “Año sacerdotal”. Será la oportunidad para reflexionar a fondo sobre este sacerdocio ministerial que desarrollan algunos varones célibes de la Iglesia católica. También para volver a plantear un tema controversial como el celibato, de tan frecuente discusión: su valor intrínseco, su exigencia actual, su fidelidad efectiva; la eventualidad de ordenar sacerdotes a hombres casados e, incluso, la posibilidad de entregar este ministerio a las mujeres.

Hace 42 años, en 1967, el Papa Pablo VI se planteaba el mismo tema; y en la encíclica “Sobre el celibato sacerdotal”, recogía las objeciones del momento respecto de dicho celibato. “Miremos honradamente las principales objeciones contra la ley del celibato eclesiástico, unido al sacerdocio” – escribía el papa. Las objeciones que recoge son las siguientes:

(1) Jesús mismo no puso esta condición previa en la elección de los doce, como tampoco los apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas.

(2) El celibato encuentra su origen en mentalidades y situaciones históricas muy diversas de las nuestras, y los argumentos de entonces ya no estarían en armonía con todos los ambientes socioculturales donde la Iglesia está llamada hoy a actuar, por medio de sus sacerdotes.

(3) La pregunta acerca de si es justo alejar del sacerdocio a los que tendrían vocación ministerial, sin tener la de la vida célibe.

(4) La escasez numérica del clero, muchas veces vinculada a la exigencia del celibato, estaría provocando situaciones dramáticas en la Iglesia.

(5) Las sombras que pesan sobre la fidelidad al celibato podrían disiparse si éste se dispensara, lo que, por otro lado, permitiría a los ministros dar un ejemplo de vida cristiana, incluso en el campo de la familia.

(6) En virtud de su celibato, los sacerdotes podrían encontrarse en una situación física y psicológica antinatural, dañosa al equilibrio y a la maduración de su personalidad humana; lo que parecería muy injusto.

(7) Muchas veces el celibato es resultado de una formación no del todo adecuada y respetuosa de la libertad humana, y por lo tanto no de una decisión auténticamente personal; ya que el grado de conocimiento y de autodecisión del joven y su madurez psicofísica son bastante inferiores, y en todo caso desproporcionadas respecto a la entidad, a las dificultades objetivas y a la duración del compromiso que toma sobre sí.


Por cierto, el propio Pablo VI se encargaría enseguida, en la misma encíclica, de ir discutiendo dichas objeciones, reafirmando la disciplina eclesiástica del celibato para el sacerdocio ministerial.


Hace un año, en 2008, el cardenal Carlo Maria Martini, en el libro-entrevista “Coloquios nocturnos en Jerusalén”, exclamaba con comprensible preocupación: “Se nos busca y necesita [a los sacerdotes], y somos tan pocos. ¿Por qué?” Y más adelante pedía “ideas” a la Iglesia católica para discutir incluso la posibilidad de ordenar a viri probati (hombres casados, pero de probada fe), y a mujeres. Tal como hace más de 40 años, en tiempos de Pablo VI, el tema continúa en la discusión y se hace, a veces, más apremiante todavía.


Pero toda esta discusión dejará siempre a salvo la posibilidad real de que algunas personas determinen consagrar su vida a Jesús y al Evangelio en una vida celibataria. Y esto, asumido con total interior libertad, con serena afectividad, no sin dificultades, con creciente gozo por la entrega, por un apasionado amor. Para ser célibes de verdad habrá que tener un apasionado amor por Cristo y por la humanidad. Más allá de fragilidades humanas, el celibato se hace posible: no para todos, quizá sólo para algunos, por gracia de Dios, como un don otorgado, sostenido por un obstinado y apasionado amor.


Así fue el celibato de Jesús, tal como admirablemente lo relata el teólogo español José Antonio Pagola: “Si Jesús no convive con una mujer no es porque desprecie el sexo o minusvalore la familia. Es porque no se casa con nada ni con nadie que pueda distraerlo de su misión al servicio del reino. No abraza a una esposa, pero se deja abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino, después de recuperar junto a él su dignidad. No besa a unos hijos propios, pero abraza y bendice a los niños que se le acercan, pues los ve como ‘parábola viviente’ de cómo hay que acoger a Dios. No crea una familia propia, pero se esfuerza por suscitar una familia más universal, compuesta por hombres y mujeres que hagan la voluntad de Dios. Pocos rasgos de Jesús nos descubren con más fuerza su pasión por el reino y su disponibilidad total para luchar por los más débiles y humillados. Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres. Solo renunció a lo que podía impedir a su amor la universalidad y la entrega incondicional a los privados de amor y dignidad. Jesús no hubiera entendido otro celibato. Solo el que brota de la pasión por Dios y por sus hijos e hijas más pobres”.

7 comentarios:

  1. A veces desde afuera se entiende el celibato como una pesada y dolorosa carga moral obligatoria siendo que es una opcion que, tomada con libertad, debe dar mucha libertad de movimiento para una construcción del Reino mas fluidamente sin estar tan "amarrado". Yo lo veo como una liberación. Lo que no quiere decir que podrian haber sacerdotes casados, y ojalá que avancemos hacia el sacerdocio femenino porfavor!! (hay un link sobre esto ultimo en mi blog) Un abrazo.
    jemba21.blogspot.com

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  2. me parece interesante artículo por las preguntas que genera, creo urgente que como Iglesia, en especial la jerarquía, seamos capaces de abrirnos a dialogar y a abrir las puertas para que pueda ser verdaderamente optativo el celibato. Hay personas que son excelentes pastores y líderes innatos pero que se ven contrariados de recibir el ministerio porque este tema se les hace muy complejos. No hay que desconocer que, si bien esta es una regla obligatoria, la práctica muchas veces no es así y se encubren situaciones bastante anormales, que digamos. asimismo, este año que declara el papa creo debe atreverse a dialogar con muchas posturas o miradas diferentes y asumir con ´verdadero espíritu dialógico qué les pueden aportar miradas desde otros ángulos.
    Ya que se ha declarado este año, ojalá sea un tiempo propicio para ello y no para seguir cómodos en lo mismo.

    Francisco de Ferari

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  3. Me parece necesario re plantear la pregunta por el valor del celibato. El artículo, en especial en la cita a Pagola, nos ayuda en eso, dejándonos en claro que no es si no en función de la construcción del Reino que éste tiene valor. Pero eché de menos que se tomara una posición más clara, que hubiere algún tipo de conclusión con propuestas y/o preguntas concretas para nuestra iglesia hoy.
    Se agradece el espacio de discusión y la oportunidad de plantear todos los temas abiertamente, en diálogo fraterno y caminante.
    Gonzalo García - Campo

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  4. super buena la columna!!
    es un tema que urge abrir y dialogar verdaderamente como Iglesia de Jesús.
    a propodito del "presbiterado femenino" el otro dia lei una teologa interesante que decía que no es que el sacerdocio deba abrirse a la mujer, sino que deben descubrirse nuevos ministerios femeninos, o si no vamos a continuar acomodando a la mujer a un ministerio que talvez es masculino... no se... me pareció una pista...
    nuevos ministerios propios de la mujer, desde el Espiritu, para la humanidad, en Iglesia.

    pedro pablo

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  5. pedro pablo, yo tambien creo parecido a ello: si es que se abre al sacerdocio femenino, igual que el masculino, sería una estupidés, no por el justo espacio y valor de la mujer, sino porque sería continuar con "castas" muy particulares al interior de la iglesia. yo creo que el Espíritu es infinitamente más creativo que repetir lo mismo para continuar con lo mismo.
    saludos

    francisco df

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  6. Hola,
    soy mujer hasta ahora célibe por opción verdaderamente libre, ya que no se me exigió como condicionante de nada.Tampoco soy consagrada. Amo profundamente a DIOS y creo que tanto el celibato como el matrimonio han de ser opciones verdaderamente libres.Ninguna institución por amorasa que sea reemplaza el amor de pareja y comprendo plenamente a quienes optan honestamente por ello. He sido testigo de las distintas formas en que las distintas religiones aman a DIOS y no percibo diferencias entre los que llevan su ministerio desde el matrimonio o desde el célibato.Ambos son llevados por seres humanos que tienen aciertos y errores, ninguno garantiza nada.Amar a DIOS es algo inmenso que no está a la par del amor de pareja. Desde la fe se ama a DIOS y se es libremente célibe o se ama a DIOS y se es liberemente casado/a.Imposible pensar en que haya que elegir entre amar a DIOS o a la pareja (¿?)

    Respecto al sacerdocio femenino:siendo mujer me adhiero a las "dudas razonables" ante la ausencia de sacerdocio femenino en el catolicismo apostólico romano, pues -en lo general- tampoco he notado diferencias entre LAS y LOS que llevan un ministrio.
    Además,reconociéndome creatura de DIOS y hermana en la Creación, dudo también razonablemente de toda la estructura empinadamente jerárquica clerical.La lata es que no se sabe hasta cuando se debatirán tales temas con solo la mitad del pensamiento humano:el masculino.

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  7. Hola
    Considero que el celibato sacerdotal debería ser una opción y no una consecuencia obligatoria del ministerio. Pienso que abrir el sacedocio a personas con compromiso matrimonial abriría la puerta a mucha gente y acercaría este servicio a nuestro pueblo, dejaría de ser una elite separada del mundo, más parecido al ministerio que ejercen los pastores evangélicos en medio de sus coumunidades en ciudades y campos.

    Por otro lado, como lo indica el artículo del 15 de julio, hay una vinculación entre: celibato - sacerdocio y poder. Por ahora los únicos que ejercen el sacerdocio son varones célibes, que son al mismo tiempo los únicos que detentan el poder en la iglesia, eso parece una aberración en un mundo donde la mujer está llamada a ser portadora del mismo modo que el varón a resolver sobre el camino al que estamos llamados por Voluntad de Dios. Pienso que es resabio de machismo y concentración del poder. Mientras no haya mujeres que sean parte de los consejos de presbiterio, de las conferencias de obispos y de los colegios cardenalicios y que puedan ser elegidas "papas" o "mamas", nos estamos perdiendo como pueblo de Dios parte de la gracia, que viene por la mujer.

    Nos falta mucho por caminar, comencemos.
    Un abrazo a todos los que buscan.
    Matías sscc

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