lunes, 11 de abril de 2011

MISERICORDIA, NO SACRIFICIOS

Por Juan Carlos Navarrete Muñoz

El siguiente relato corresponde a un hecho real y ocurrido recientemente. Una situación que no es nueva, que afecta a muchos y constituye una forma diferente de abuso. Nuestro reconocimiento y gratitud hacia los muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que anteponen la misericordia por sobre las normas, el espíritu sobre la ley.

La religiosa tocó a la puerta de la modesta casa de doña Rosa. Luego se dirigió a la pieza donde estaba el papá postrado en cama aquejado de una ya vieja enfermedad. Antes de entregar la comunión al enfermo, invitó a la dueña de casa a recibir también el Cuerpo de Cristo, a quien veía también muy delicada de salud. Ella le dijo: “Hermana, es lo que más quisiera, pero no puedo. No estoy casada”. La respuesta no amedrentó a la hermana y preguntó: “¿Hace cuántos años que viven juntos?” “Hace ya 32 años”, respondió ella. Y continuó con su relato. “Me separé a los pocos meses de mi primer marido. Me pegaba y cuando quedé embaraza tuve mucho miedo de que me pudiera matar junto a mi hija. Al tiempo después conocí a Juan. Después de un tiempo de pololeo, decidimos vivir bajo un mismo techo. El aceptó ser el padre de mi hija y con los años nuestra familia fue creciendo. Juntos tuvimos 3 hijos”. La hermana escuchaba con emoción la historia de doña Rosa y preguntó: “¿Y usted ama a don Juan?”. Doña Rosa no titubeó en responder: “Claro hermana. Él ha sido mi vida y yo le he sido fiel hasta hoy”. En ese momento la hermana hizo llamar a don Juan y delante de doña Rosa repitió la pregunta: “¿Usted la ama?”. La respuesta fue un rotundo “¡Si! Hemos vivido momentos difíciles, nos ha costado criar y parar la olla, pero siempre hemos podido salir adelante”. Siguieron unos minutos de silencio y oración. La invitación siguiente fue para comulgar. Al principio quedaron sorprendidos y doña Rosa agradeció con el corazón la oportunidad de recibir a su Señor, no sin antes pedir perdón por sus debilidades y pecados de los últimos 32 años.


Después de un mes de este episodio, la hermana se encontró en la calle con doña Rosa. Su cara ya no lucía como aquel día y su voz estaba entrecortada. Le contó que a los pocos días de su visita, recibieron en casa al párroco y que al enterarse que en su condición de separada y conviviente había comulgado, les auguró las penas del infierno. “Las personas separadas y que conviven, están en pecado y en estas condiciones no pueden comulgar”, había sentenciado el señor cura. Desde aquel día doña Rosa y don Juan no han pisado la Iglesia. A doña Rosa le cuesta retomar el rezo del rosario y don Juan no puede entender que la Iglesia los trate como si tuvieran sida. A los pocos días, la hermana recibió una llamada del párroco increpándole por semejante cosa que había hecho en su parroquia y faltar gravemente a la normativa de la Iglesia. Por último, el que mandaba en la parroquia era él. Ella escuchaba en silencio y aceptó la reprimenda no sin antes manifestar su disconformidad. Le habló de la falta de discernimiento, de las causales de nulidad del matrimonio, de lo esencial del consentimiento y del mutuo amor para hacer de una pareja un matrimonio, del corazón de pastor y mucho más. En respuesta recibió una fría despedida.


¿Qué haría Jesús en estas circunstancias? Lo veo salir al encuentro de Rosa y Juan y escucho que les dice “vengan a mí, no tengan miedo”. Coloca sobre ellos su mirada compasiva, buscando crear un clima de acogida, comprensión e infinita misericordia. Sobre los hombros de doña Rosa y don Juan hay una pesada mochila que han debido cargar por largos 32 años. Jesús les habla de que Él no ha venido para salvar a los justos sino a los pecadores, a los agobiados, a los marginados. “Vengan a mí ustedes que están cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Mi yugo es suave y mi carga ligera”, insiste Jesús. Ellos igual creen que faltaron a su palabra-compromiso de un amor hasta que la muerte los separe y con ello han traicionado la voluntad de su Iglesia. Jesús los mira con ternura y compasión, toma sus manos y repasa con ellos la acción liberadora de Dios Padre en la historia de su pueblo y en las vivencias que ellos han ido tejiendo en estos 32 años. Recalca con tono enérgico que “quiero misericordia, no sacrificios”, “que las personas están sobre el sábado” y cómo en la era postrera “Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades”. Los rostros de Rosa y Juan se veían más relajados, sus espaldas aparecían erguidas, sus miradas se cruzaban con las de Jesús y con alguna cuota de “complicidad”. En ese momento, Jesús los invita a sentarse en la misma mesa. Le pide a doña Rosa que traiga ese pan amasado horneado en la mañana y a don Juan una copa de ese vino con el que han celebrado en los últimos 32 años tantos gozos y esperanzas que les ha deparado la vida de pareja y familia. En esos momentos Jesús levanta la copa y les dice que ese vino es su sangre que se ha derramado por ellos para que tengan vida en abundancia, aquí en la tierra y en el cielo. A continuación toma el pan y les dice que ese pan que se parte para ser compartido es realmente su cuerpo para salvación de ellos y de todos. Después de la Fracción del Pan, Jesús se despide, no sin antes bendecir su unión y a sus hijos. A partir de ese día, doña Rosa y don Juan comprendieron que en su primer matrimonio habían actuado de buena fe, ilusionados con el primer amor y que nadie los condenaba. A partir de ese día, se sintieron acogidos, comprendidos e incluidos. Sintieron ser parte de la Fiesta del Padre por el hijo que estaba muerto y ha vuelto a la vida.


No tengo duda alguna que tras los pasos de la hermana, Jesús camina a su lado, al lado de doña Rosa y don Juan.

7 comentarios:

  1. Me gustó mucho el artículo. Al respecto, copio un párrafo de un excelente artículo de Mensaje de marzo 2011, absolutamente recomendable: "Si algo caracterizó a Jesús, fue su lucha infatigable contra una religión que oprimía doctrinalmente, cargaba de culpabilidades a los sencillos y sancionaba diferencias entre los seres humanos. No deberíamos tropezar en la misma piedra". (El miedo en la Iglesia hoy, PJ Gómez). Ahí está todo el problema y su solución.

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  2. Me encanto esta publicacion. Creo que somos muchos los que buscamos encontrar en la Iglesia actos como el realizado por esta Hermana y no las puertas cerradas por normas antiguas que lo unico que logran es alejar a la gente de la palabra de Dios.
    El nombre es perfecto " MISERICORDIA, NO SACRFICIOS "

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  3. Me encanto esta publicacion. Creo que somos muchos los que buscamos encontrar en la Iglesia actos como el realizado por esta Hermana y no las puertas cerradas por normas antiguas que lo unico que logran es alejar a la gente de la palabra de Dios.
    El nombre es perfecto " MISERICORDIA, NO SACRFICIOS "

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  4. Me encanto esta publicacion. Creo que somos muchos los que buscamos encontrar en la Iglesia actos como el realizado por esta Hermana y no las puertas cerradas por normas antiguas que lo unico que logran es alejar a la gente de la palabra de Dios.
    El nombre es perfecto " MISERICORDIA, NO SACRFICIOS "

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  5. Sin llegar en debates filosóficos:
    ¿qué es más importante la forma (estar casados) o el fondo (amarse mutuamente)? ¿Dónde está la presencia de DIOS en un matrimonio q implica violencia de caulquier tipo?
    Jesús nos llama por nuestro nombre y eso implica PERSONALIZAR AL EXTREMO, no LA HUMANA COMODIDAD DE LA GENERALIZAR AL MÁXIMO.
    Creo que cuando llevamos a Jesún en el corazón no acercamos a la ley de su amor. Cuando lo llevamos en la cabeza, estamos en la ley del hombre (JAMÁS USO ESTE CONCEPTO GENÉRICAMENTE).
    Otra lectura: ¿y el sacerdocio femenino cuándo?

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  6. QUÉ BUEN TEMA!!!!
    SÍ JESÚS VOLVIERA A LA TIERRA HOY, SERÍA CRUCIFICADO NUEVAMENTE... Y POR LAS MISMAS PERSONAS DEL PODER DE AQUEL MOMENTO.
    COMENZANDO POR GRAN PARTE DE LA JERARQUIA DE NUESTRA IGLESIS.
    LOS QUE TRABAJAMOS EN LOS BARRIOS VEMOS A DIARIO, ESTE TIPO DE SITUACIONES!!! GRACIAS A DIOS HAY MUCHOS LAICOS, RELIGIOS@S, MONJAS, CURAS QUE PRIORISAN LA MISEICORDIA.
    PERO ES CIERTO QUE LA MAYORÍA CONDENA.
    VIVE EL EVANGELIO AL REVÉS DE COMO JESÚS NOS ENSEÑÓ; UN JESÚS QUE NO CONDENA, QUE NO JUZGA, QUE CURA, QUE NO DISCRIMINA, QUE LIBERA...
    ANA(MERLO-MORENO ARGENTINA)

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  7. Primero que todo agradezco el espacio para compartir opiniones. Me gustó el artículo en cuanto busca centrar el corazón en el mensaje de Jesús, en su amor. Sin embargo soy de la opinión que mal se puede juzgar al "señor cura", al parroco que hace lo que buenamente puede. Presumiblemente en el caso descrito el primer matrimonio podría ser nulo, y en aquella convevencia un matrimonio "tácitamente consentido". Pero de otra parte quizás ese párroco, de buena fe penso en eso de "si me amais, cumplireis mis preceptos". No esta en sus manos cambiar lo que no puede cambiar. Me parece que Él, como muchos, se encuentran en una situación dificil (parafraseando una columna que leí hace unos días): enseñar el magisterio, con la incompresión que implica hoy en día; o hacer caso omiso a lo que la Iglesia enseña. Por favor, no se piense que llegó a opinar el fariseo, pero creo que cuando la Iglesia enseña algo no es caprichosa, por "joder" o discriminar. Cada uno de nosotros -sin duda- sacrifica cosas que al mundo le da igual para poder seguir a Cristo. El matrimonio como sacramento da una gracia para sobrellevar lo que éste implica. Más que juzgar a los "parrocos", soy de la idea de que hay que ayudar a muchas personas, como doña Rosa, a obtener la nulidad de su matrimonio -si corresponde. Sólo la Verdad nos hace libres. Yo creo que a nadie le gusta que "le den permiso" para comulgar (independiente de que la conciencia es un sagrario en que nadie se puede entrometer). Es mi humilde opinión, agradezco nuevamente este espacio y felicito a las cientos de religiosos que entregan su vida para dar testimonio del amor de Dios.

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SS.CC. DEBATES. Gracias por compartir tus comentarios.