“La Palabra de Dios
crucificada, es testigo fiel de su elocuencia”
(Himno de Sábado Santo)
Por Donata Cairo, religiosa italiana de las Hemanitas de Jesús.
Acabo de volver de
Copiapó, donde viví 20 años compartiendo mi vida con los trabajadores
temporeros de la fruta. Otras hermanitas lo hicieron antes y después que yo...
Ahí, hace una semana, ha habido un aluvión de dimensiones catastróficas.
Volví con el
corazón destrozado por lo que “he visto y
oído”.
Llegando, me
encuentro con barro y lodo por todos lados, parecía imposible poder cruzar la ciudad
y poder llegar a la parte alta donde la hermana Julia me estaba esperando. El
bus nos dejó en la carretera principal porque no podía entrar en la ciudad para
dejarnos en el
terminal.
Después de varios
intentos fallidos, me crucé con un colectivo que quería ir a ver cómo estaba el
centro. Hacía una semana
que no salía de la casa... y nos arriesgamos. Pasamos el centro
casi flotando,
y por donde miraba veía gente con palas sacando barro,
camiones militares,
maquinaria pesada, que por más que saquen lodo,
más lodo llega. Es algo de
líquido que corre por las calles inundando todo
lo que encuentra a su paso...
Cuentan que se trata de un líquido contaminante porque proviene de las cañerías
del alcantarillado que reventaron, además de los desechos de mineras que se
vinieron abajo.
Después de varias
peripecias, llegué en casa de la hermana Julia. Nos saludamos con un abrazo de
aquellos que ayudan a hacer salir las penas del cuerpo. Ella vivió la tragedia
en primera persona y ya hacía días que intentaba llevar ayuda a la gente y a
pesar de todos los esfuerzos, se hace siempre poca, porque el tamaño de la desgracia es inmenso.
En la tarde me
atreví ir al centro. Me encontré con mi compañera María, en la dependencia de
los talleres artesanales. No entró agua adentro, pero llegar ha sido una misión
imposible... Llegué llena de lodo hasta las rodillas. Después de media hora
tuvimos que irnos porque el olor a ácido nos estaba agarrando la cabeza. Ahí me
di cuenta que nuestra compañera Marcela (ella es artesana y trabaja con
metales) ha perdido todo: lo que había en su casa y en su taller. Todas sus
herramientas de trabajo, material, cosas listas para vender. Logré comunicarme
con ella por teléfono, porque ha sido imposible llegar hasta su casa, el lodo
llegaba hasta arriba de la cintura.
Sigo mi
peregrinación hacia la gente más vecina y querida: Gloria Iriarte, Juana del
Beto, Carmen Pacheco, María Aguirre, la Chila, la Rosita, la Marilyn, la Lucila
etc… Todas ellas, viviendo en la parte alta de la ciudad no sufrieron daños,
pero si, todas tienen alguien de su familia inundados, y algunos perdieron
todo: la Jana, la Jhoanna, el hermano de la Lucila, el hermano de la María,
muchos compañeros de trabajo, varios peruanos y ecuatorianos, la casa de Juan
Mena se inundó, la de Cristian Pacheco igual. Todas expresaron gratitud hacia
la fraternidad que se hizo presente con la cercanía, preocupación y cariño. De
hecho he ido solo por “apapachar” (acariciar con el alma). La ayuda que pude
dar es irrisoria.
Vuelvo como puedo
donde la Julia y salimos con su vehículo intentando alcanzar algunas calles
aisladas... ¡¡¡imposible!!! Ahí, la Ximena, secretaria del Obispo, nos llamó
para sacarla del barro donde quedó pillada, y ahí, con los pies en el barro
hasta la rodilla, logramos sacarla y con esto llegó la hora del toque de queda y
no había nada más que hacer, sino mirar por las rejas los tanques de los
militares que tomaban la situación en mano.
Rápidamente me doy
cuenta que hay un alarme sanitario gravísimo: al parecer el lodo contiene ácido
sulfúrico, cianuro y plomo provenientes de los varios relaves mineros que
rodean la ciudad y agua del alcantarillado que reventó. Eso hace que el lodo
sea altamente tóxico, así como el polvillo de suspensión que se respira en las
zonas donde las calles ya no están mojadas. Ya aparecen las enfermedades
respiratorias y de la piel. Nuestro cura párroco, se ha agarrado la sarna.
Por parte de las
autoridades hay mucha información oculta (¿para no alarmar la población?).
Copiapó está rodeado de desechos mineros... sería imposible que no afectaran en
una situación así... Aconsejan ir con mascarilla, que es casi imposible
conseguir.
Por teléfonos
logré comunicarme con mucha gente y ahí supe noticias de Rosalía que vive en
fundo San Pedro. Se inundó y perdió todo el sembrado. Hablé con Juan y varios
compañeros de trabajo.
Con ellos,
decidimos subir al día siguiente al valle para encontraros con muchos de los
cuales no teníamos noticias...
Pasamos por
Paipote, Tierra Amarilla, Los Loros, espantándonos al ver tanto desastre, hasta
llegar a San Antonio (localidad a unos 70 kms. de Copiapó).
Y ahí supimos el
drama de varios: la muerte del hijo de 4 años de una familia conocida. El alud
se llevó un campamento entero con varios conteiner donde había muchos
trabajadores. Encontraron varios cuerpos, otros están desaparecidos. Con los
conocidos que sobrevivieron, gracias al hecho de que el conteiner donde dormían
lo atascó un árbol, se salvaron pasando la noche arriba del techo. Con ellos
nos hemos dado un abrazo de aquellos que sigo sintiendo todavía en todo mi cuerpo...
junto a muchas lágrimas
mezclada de alegría y dolor.
Gracias a la
intervención de varios de ellos se pudieron salvar varios niños, y es lindo ser
testigo de gestos de solidaridad y reacciones fraternas. Varios peruanos
ayudaron a salir del lodo y abrigar a los que se encontraban cercanos. Otros se
juntaron para dar gracias a Dios por el don de la vida que han vuelto a
recibir, perteneciendo a varias iglesias. Si, la Vida le gana a la muerte, el Resucitado tiene la última
palabra.
Por mientras hasta
la fecha, las víctimas ascienden a 24. Mientras que los desaparecidos llegan a los 57. A esta altura se piensa
que estarían enterrados
en las montañas de lodo que cubre toda la zona. Se contabilizan 22.381 damnificados en total en las regiones
de Antofagasta, Atacama
y Coquimbo. De ellas, 4095 se encuentran en los albergues habilitados de la
zona. Lamentablemente estas
cifras están destinadas a subir... Además hay varios que no están en ninguna
lista, como los temporeros que trabajan sin documentos.
Volvimos en la
tarde con el corazón destrozado al darnos cuenta que no ha sido solo una catástrofe natural. Lo más grave no ha sido
la salida del río, sino la caída de las quebradas intervenidas por las mineras y
las frutícolas (las mayorías
multinacionales) para recuperar más tierra para explotar y sembrar.
Así es que la
empresa Frutícola Atacama demandó la empresa Del Monte por haber intervenido las quebradas y así impedir la caída
normal del agua y los trabajadores
demandaron la Frutícola Atacama por tener el campamento encerrado con candado a raíz de la cual, varios no
lograron arrancar. No se logrará establecer la verdad (la empresa lo niega) porque
estamos frente a un gigante, pero a lo menos tendrán que llevar adelante una investigación.
Y así llegamos a la
casa en la tarde con el corazón destrozado y al mismo tiempo lleno de ternura dada y recibida.
En la noche nos
encontramos con un grupo de compañeras, solo con la intención de expresarnos
cercanía y cariño, (apapacharnos) y a pesar de la escasez, no faltó algo rico
para compartir.
El día siguiente,
con la hermana Julia nos atrevimos a ir al centro para participar
de la Misa
Crismal. Una celebración que se quiso austera, con muy poca gente, y nosotras
como todos, llenas de barro hasta las rodillas.
Aproveché para
saludar a unas cuantas familias más, y ya era hora de partir, con muchas dudas
si acaso no tenía que quedarme. Al final, decidí mantener mi programa y volver
dentro de un tiempo para intentar ser ese “rayito de sol que entra en una pieza obscura y la
alumbra” (hermanita Magdalena).
Llegué a la fraternidad
con el corazón lleno de sentimientos encontrados y qué bueno encontrar
hermanitas que te saben escuchar, llorar y alegrarse contigo...
Un abrazo para
cada una
Hta. Donata de
Jesús
Santiago. Abril de 2015, sábado Santo
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