jueves, 7 de mayo de 2015

¿Es Chile un país inclusivo?

"En Chile, el primer estudio nacional de la discapacidad (2004), indica que 1 de cada 8 personas vive una situación de discapacidad, es decir, ¡día a día tenemos muchas oportunidades de ser inclusivos!"

Por Andrea Rojas * 

Hace muchos años atrás se pensaba que las discapacidades provenían de una posesión de espíritus malignos en las personas; hace menos años atrás se decía que las personas eran minusválidas e inválidas, es decir, que valían menos porque no eran como el resto; hace pocos años atrás, se comenzó a hablar de discapacitados, como una condición propia de algunas personas; hoy Chile dice, a través de la Convención de Personas con Discapacidad que ratificó en 2008, que la discapacidad es una situación que se da cuando una persona, con su condición de salud, interactúa con su entorno y al encontrarse con barreras físicas, sociales y/o actitudinales, ve restringida su participación. Es decir, la discapacidad ya no se considera una condición de la persona (discapacitado o persona con discapacidad), si no como una situación que se da en la interacción negativa de una persona con su entorno (persona en situación de discapacidad).

Supongamos que una persona que utiliza una silla de ruedas para desplazarse o una persona ciega, vivieran en una ciudad accesible, donde pudieran transitar de forma segura por las calles, usar cómodamente todos los servicios y donde toda la información se entregara de manera visual, táctil y audible. Esas personas seguirían teniendo una condición de salud determinada (lesión medular, ceguera, por ejemplo), pero no habría una interacción negativa entre ellas y su entorno, y su participación no estaría limitada.

Uno de los grandes aportes de este cambio de paradigma, es que si entendemos la discapacidad así, nuestro marco de acción por un Chile inclusivo se amplía sin límites. Al reconocernos parte del medio ambiente que interactúa con otras personas, podemos crear barreras que generen discapacidad o podemos interactuar de forma positiva por una sociedad inclusiva.

En Chile, el primer estudio nacional de la discapacidad (2004), indica que 1 de cada 8 personas vive una situación de discapacidad, es decir, ¡día a día tenemos muchas oportunidades de ser inclusivos! ¿O no? Los invito a un ejercicio cotidiano muy sencillo, sólo considerando este dato. Pensemos:

- ¿1 de cada 8 compañeros de trabajo vive una situación de discapacidad?
- ¿1 de cada 8 personas en la fila del supermercado vive una situación de discapacidad?
- ¿1 de cada 8 personas en el transporte público vive una situación de discapacidad?
- ¿1 de cada 8 de nuestros compañeros o compañeras de universidad, vivía una situación de discapacidad? ¿Y de nuestros compañeros o compañeras de colegio?

Algo no cuadra. En Chile un 12,9% de las personas vive una situación de discapacidad, ¿pero por qué no los vemos cotidianamente?

El mismo estudio señala que sólo un 29,2% de las personas en situación de discapacidad mayores de 15 años trabaja remuneradamente, 10% no cuenta con ningún estudio, 42% no ha completado enseñanza básica, sólo un 13% ha completado enseñanza media y un escaso 5,7% ha logrado acceder a la universidad. Y no se pierdan pensando “es que ellos tienen discapacidad, no todos pueden trabajar o estudiar”, ¡por favor no caigan en eso que retrocedemos unos 30 años de lucha conceptual! Todas las personas tenemos el mismo derecho a estudiar, trabajar y participar en la sociedad, en igualdad de oportunidades, con los apoyos necesarios. Pero en Chile, la tremenda desigualdad que determina quiénes estudian en qué lugares y quiénes acceden a cuáles trabajos, golpea con doble fuerza a las personas en situación de discapacidad, quienes además de luchar con las barreras económicas y territoriales para acceder a estudios y trabajo decente, tienen que luchar cotidianamente con las barreras del entorno para desplazarse, comunicarse y para acceder a la información. 

Lamentablemente en Chile, y en muchas partes del mundo, las personas en situación de discapacidad que logran terminar sus estudios o que logran acceder a un buen puesto de trabajo siguen siendo héroes, y nosotros los aplaudimos y valoramos que teniendo tantas dificultades hayan llegado donde están, pero no llegamos a cuestionar que terminar sus estudios y acceder a un trabajo debiese ser un derecho asegurado, en igualdad de oportunidades con el resto, teniendo todos los apoyos y ajustes que sean necesarios.

La lucha conceptual está bastante avanzada. Chile el 2010 promulgó la Ley 20.422 con el objeto de “asegurar el derecho a la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad, con el fin de obtener su plena inclusión social, asegurando el disfrute de sus derechos y eliminando cualquier forma de discriminación fundada en la discapacidad.” (Art. 1°). Ahora falta la lucha para que esto se concrete, para que comencemos reconociendo todas las barreras que hay en nuestro entorno, incluyendo nuestras propias barreras actitudinales, para una participación en igualdad de condiciones de todos y todas.
 
* Andrea Rojas es Terapeuta Ocupacional 

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