jueves, 7 de abril de 2016

Perdón para los de Punta Peuco

Por Pablo Fontaine ss.cc.
 
No veo que se justifique mantener a enfermos y ancianos en prisión indefinidamente como victimarios en el tiempo de la dictadura.
Estoy de acuerdo en que dichas personas cometieron delitos gravísimos contra los derechos humanos. Sintiéndolo así escribí en contra de tales hechos y participé, en otro tiempo, en marchas y otros actos de protesta en favor de los desaparecidos. Por eso, en aquella época, fui varias veces detenido.
Pero me parece que una sociedad madura que busca un mundo más humano y fraternal tiene el derecho y el deber de no ensañarse con estos reos, como varios de ellos lo hicieron con sus víctimas.
 
Conceder un indulto a los culpables no equivale a decir que no ha habido delito o que no fue para tanto. Lo grande de ese perdón es que reconociendo el mal realizado se entiende que se quiere dar a los reos la posibilidad de pasar su último tiempo en paz y mayor bienestar, simplemente porque son humanos, instándolos a meditar lo vivido y a calibrar el mal inferido a otros seres que eran sus hermanos.
Alguien podría pensar que así se favorece la impunidad para el futuro facilitando nuevos crímenes. No me parece. ¿Quién puede imaginar que una persona dé muerte o torture, confiado en que, cuando ya no sea capaz de trabajar ni tener mando alguno, en plena enfermedad o vejez, va a estar libre?
 
Los familiares de las víctimas ya han comprobado el castigo que han recibido los culpables. Pensarán que no equivale ni de lejos a los sufrimientos que ellos y las víctimas han sufrido. Tienen razón. Pero la verdad es que nada puede equivaler o compensar la muerte de un ser querido o el dolor de saber que ha sido torturado bárbaramente. Aunque se llevara a los culpables a la muerte en el patíbulo, los familiares no recogerían ninguna verdadera alegría o satisfacción.
 
Hay en cambio la satisfacción de haber sido magnánimo con los que hicieron daño a sus familiares y no buscar más odiosidad ni dolor, sino la grandeza de alma, que llegará a ser la mejor herencia para sus hijos. Mayor que la venganza.
Hay que agregar que es el camino que nos mostró Jesús con su palabra con la que fue consecuente hasta el extremo.
 

5 comentarios:

  1. Nuestro buen Pablo olvida que esos ancianos y enfermos "no han reconocido el mal realizado", no han pedido perdón ni han entregado información necesaria para saber a ciencia cierte el destino de los detenidos desaparecidos... No sólo son unos pobres ancianos y enfermos, sino unos recalcitrantes soberbios que siguen convencidos que lo que hicieron estuvo bien y que volveríana hacerlo!!!

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    1. Percival Cowley V. ss.cc.18 de abril de 2016, 19:25

      ¿Todos tienen toda la información? Siempre es bueno pensar que no es lo mejor tirar ninguna primera piedra y menos al voleo. P.

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  2. Me parece una columna muy buena.
    Yo tengo un amigo que actualmente está recluido en Punta Peuco. Si bien tenemos una considerable diferencia de edad, e ideas y visiones diferentes, siempre ha sido desde que lo conozco, una persona muy agradable y respetuosa.
    Creo que es hora de mostrarles a esos presos que el Chile de hoy es un mejor lugar para vivir y que si bien nunca se olvidará los horrores de la Dictadura, si se tiene la capacidad de perdonar.

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  3. El difícil equilibrio entre misericordia y justicia... Nuestra justicia humana tiende a ser la del ojo por ojo. El Señor fue misericordioso y, como dices, querido Pablo, fue consecuente hasta el extremo. ¡Cuánto hay que aprender. día a día, de la radicalidad del Evangelio....! Gracias.

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  4. Qué difícil! Ojalá ésta gente que está presa pueda pedir perdón, arrepentirse y así obtener el perdón y la misericordia del pueblo Chileno. Pablo, el gran Pablo es demasiado bueno! Tal vez por eso pueda perdonar, así! Un abrazo desde Argentina!

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SS.CC. DEBATES. Gracias por compartir tus comentarios.