*Por Aníbal Pastor N.
La reciente marcha por #NoMásAFP, que el 24-J movilizó a
cerca de un millón de chilenos y chilenas a lo largo del país, nos plantea
desafíos en el espíritu de quienes ese día caminamos por las grandes alamedas
de todas las regiones.
Ante todo, llama la atención que el movimiento ciudadano
—originado en el rechazo a la injusticia de las AFP— actúe muy distante de los
partidos políticos. Vi muy de cerca cómo el senador Alejandro Navarro fue
literalmente correteado de la marcha más por lo que representa que por quien
es.
Esto, que sin duda es un rechazo a la corrupción del mundo
político, es muy penoso y complejo porque debilita la construcción de la
sociedad, y en consecuencia a la misma democracia y la búsqueda del bien común.
Lejos de ser un reproche a los manifestantes o a las líderes
nacidos en este movimiento, esta es una alerta importante para quienes están
llamados a servir en lo público y a reinventar sus militancias a partir de
códigos éticos.
Lo segundo, es que nuestra indignación contra las injusticias
de las AFP no puede reducirse a una simple indignación vía digital.
La ciudadanía se ha congregado masivamente mediante una
amplia convocatoria a través de las redes sociales, así como ha ocurrido en
otras partes del mundo, y ha opinado vastamente subiendo fotografías y
comentando lo ocurrido.
Sin embargo, no debemos confundirnos. Las redes sociales
están cumpliendo su rol que es la convocatoria y la generación de sentido
superando las distancias y haciendo global nuestra acción. Pero esa no es la
verdadera participación que debe incluir la toma de decisiones y a que estas
sean vinculantes para todos y todas en la sociedad.
Otro aspecto que ha sido advertido por la gran mayoría de
los chilenos y chilenas, fue la escasa cobertura que la televisión abierta dio
a los “indignados” de las AFP y que no transmitió la marcha en vivo como si
hace en otras grandes manifestaciones y eventos donde no se llega a las 200 mil
personas en una misma calle y en un mismo momento.
Ese fue el dolor de la gente que motivó el troleo (crítica)
en redes sociales. Si bien fue corregido por los editores en los noticiarios
centrales que sí dieron cuenta de la noticia del día, al final, el tema fue
puesto por la propia ciudadanía que ganó el gallito a los medios chilenos que
responden a interés de poder y que en consecuencia faltan a la verdad.
Finalmente, destacamos la amplitud de personas y
situaciones. Basta ver los infinitos álbumes que hay publicados en Facebook y
en algunos blogs y medios de prensa alternativos para constatar rostros oscuros
y claros entre los manifestantes, adultos mayores con arapos y adultos pobres
con abrigos de marca, jóvenes de todo tipo y condición social, padres y madres
de familia con sus hijos pequeños, los no tantos y los mayores, hay quienes
solo portaban el banderín de “No más AFP” y quienes enarbolaban banderas
representativas de la diversidad sexual, de los mapuche y otros pueblos
originarios; también quienes lo hacían con carteles de sus debilitadas
organizaciones sindicales, etc. ¿De qué nos habla esta transversabilidad? ¿De
la inclusión?
Estos cuatro hechos que aquí comentamos, son claves éticas
que están más allá del necesario debate técnico de cómo implementar en
reemplazo de las AFP un sistema mixto real y de reparto solidario en la
seguridad social chilena.
En efecto. Quienes solemos mirar la realidad a la luz del
ver-juzgar-actuar, vemos con preocupación la pérdida de sostén moral de la
política que ya es repudiada por todos y que puede transformarse peligrosamente
en una nueva lepra a evitar, situándose tan lejos de ese llamado del magisterio
social para la construcción del bien común.
No menos preocupante es que en las soluciones no
participemos debidamente representados todos los chilenos y chilenas, que
nuestras masivas manifestaciones en la calle sean una realidad ocultada en los
medios por los poderosos, y que la transversalidad de quienes afecta el sistema
AFP evite ver el problema de fondo.
Porque en definitiva lo central no es la exclusión que se
genera, que naturalmente ya es una grave consecuencia, sino que es el sistema
el pecaminoso, el pecado estructural que nos enseña el evangelio y la iglesia,
la estructura capitalista que siempre ha estado y estará alejada del querer de
Dios.
Por ello, Francisco, el año pasado en su discurso ante la
ONU, dijo que el sistema económico capitalista “mata y es injusto en su raíz”.
Y añadió: “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres,
no se resolverán los problemas del mundo”.
Clarito.
Una clave de nuestro actuar debe ser la información pues con
argumentos sólidos no solo escandalizamos a quienes ni idea tienen, sino que
aportamos algo sustancial a cualquier cambio: convicción y conversión. Hay
varias instituciones que vienen realizando un gran trabajo en este sentido y
que nos ayudan: Cenda Chile, Fundación Sol y Fundación Crea, entre otras.
Que esta dimensión ética nos distinga como cristianos en las
conversaciones importantes, en las sobremesas... pero sobre todo en nuestro
actuar laico y ciudadano.
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* El autor es periodista, con amplia experiencia en
comunicación política y en iniciativas solidarias en favor de los excluidos.
Laico formado en comunidades de fe SS.CC.
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